Me fascina mucho que en el tiempo que me inicié con los ordenadores la capacidad de un disco duro rondaba los 40 Gb y que en la época que estamos se consiga 64 Gb en un pendrive que ocupa lo que un llavero. El que ocupe igual que un llavero tiene sus inconvenientes: lo puedes perder facilmente.
A mí me ha pasado algo así. Cuando entré en el módulo de DAI nos regalaron un pendrive de 2 Gb Kingston para transportar ficheros del aula a nuestra casa y viceversa.
Hace unos días tuve que utilizarlo para que mi profesor de programación echara un vistazo a un programa en C y me di cuenta que no estaba ni por mi escritorio ni en los bolsillos de los pantalones. Lo di por perdido hasta que hoy, mi madre me dice: «mira lo que he encontrado en la lavadora», y me enseña el pendrive. Pensé que después de haber dado vueltas en la lavadora no funcionaría pero por si acaso lo puse al sol para que se secara internamente y cuando lo conecto voilà! todo perfecto.
Aún así planteo comprarme (aprovechando que se acerca mi cumpleaños) un disco duro externo que pueda llevarlo a todas partes y no se pierda con facilidad.